¡Los que entienden de estrategia ayudan a nuestro fútbol!

¡Los que entienden de estrategia ayudan a nuestro fútbol!
La situación es tan grave que hacemos un llamamiento: ¡los que entienden de estrategia ayuden a nuestro fútbol!
Familyandtrends habló en su día de un cambio de estrategia para el fútbol. Hoy el tema está ‘on fire’ por la despiadada evidencia de la crisis de nuestro fútbol, que ha cerrado un mercado de enero sin prácticamente abrirlo y ha visto cómo pequeños equipos de todo el mundo robaban campeones a nuestros equipos más famosos.
La situación es tan grave que lanzamos un llamamiento: ¡los que entienden de estrategia ayuden a nuestro fútbol!
1) el aumento de los ingresos no permite un rendimiento económico
2) los ingresos de los jugadores no son el problema.
3) reorganizar las competiciones deportivas no aportará más beneficios.
4) el cliente no es importante…
Dando por sentado el resto, empecemos por este último punto. El cliente establece con su Voluntad de Pago si una empresa está generando valor. Para empezar con una primera segmentación aproximada, se puede afirmar que hay aficionados y espectadores. Los aficionados son locales y siguen a su equipo; los espectadores son globales y ven un espectáculo.
Para que los aficionados vean su liga en Italia pagan unos 900 millones en derechos, en Inglaterra unos 1,8. El doble puede parecer mucho, pero para mostrar el campeonato a espectadores internacionales en Italia se pagan unos 0,2/3 mil millones y en Inglaterra unos 1,8 mil millones. Sorprenderse de que el último de la tabla de la Premier League pueda permitirse nuestros campeones es como sorprenderse del azul del cielo.
Las propuestas que empiezan a circular dicen, en pocas palabras, copiemos la Premier y/o el deporte profesional americano. Según familyandtrends se podría proponer alguna estrategia más fina: no hay pruebas de que nadie en la historia de los negocios se haya convertido en líder de una industria copiando al líder actual. Sería como si los grandes de la moda italiana hubieran copiado a los franceses o a los británicos para crear el “Made in Italy”.
familyandtrends intenta una propuesta alternativa: ocupémonos primero sólo de los aficionados. Animar es puro amor, uno se enamora de un equipo de forma desinteresada y a menudo no entiende por qué. En un mundo en el que siempre estamos experimentando con lo nuevo, todo cambia, todo no es para siempre, la fe en el fútbol no cambia. El fútbol, el de verdad, es adhesión es pasión es conexión generacional. Las madres y los padres se esfuerzan por transmitir su alegría (¡una enfermedad!), a sus hijos convencidos de que lo hacen bien y hacen el bien a las próximas generaciones.
¿Por qué esta loca pasión? No es por las victorias; las victorias son en el amor por el propio equipo lo que el orgasmo es para el amor de pareja. Ciertamente fundamental como demostrarán los napolitanos en junio (pausa… para dar tiempo a los aficionados del Nápoles a hacer los sacrificios necesarios) y como saben los aficionados italianos que no apoyan a uno de los cinco equipos que ganan desde hace treinta años, fundamental se ha dicho, pero no la razón del amor. Ganar repetidamente es como buscar más amor dando más orgasmos.
Posicionemos nuestra liga como la liga de los hinchas, de los locos, de los desmotivados, del amor total por un equipo. Hagamos que los niños de las primeras patadas se conviertan en capitanes del equipo de su ciudad, que se vuelvan a izar banderas en el orgullo de la camiseta, que haya hombres fieles al amor de la afición y que también jueguen menos bien al fútbol pero que encarnen ese amor. Hagamos que se respete a los aficionados que gritan y sufren cuando se traiciona el amor. Hagamos que un equipo tenga un fuerte vínculo territorial, que sus jugadores vayan a las escuelas a explicar la ética del deporte e inviten a los niños a ir a jugar a los equipos locales afiliados. Asegurémonos de que los jugadores juveniles puedan respetar a los jugadores del primer equipo y aprender de ellos, en lugar de ser mercancía de segunda para falsos intercambios. Hagamos que tantos del equipo de primavera jueguen en el primer equipo todos los domingos. Hagamos que un capitán lo sea para siempre o al menos durante mucho tiempo. Hagamos que la cultura de un país, de una ciudad, de una región se identifique con el equipo de fútbol. Hagamos que abrir el campo de entrenamiento a los amantes durante la semana sea más importante que cerrarlo para mantener en secreto las sofisticadas tácticas del domingo: aceptemos que los aficionados quieran amor y no orgasmos (si es que alguna vez los hubo el domingo).
Todo esto, se objeta, tiene un fallo: no tienes los mejores jugadores, no ganas. ¿A quién le importa? Como ya se ha explicado los mejores jugadores sólo se necesitan para ganar y para conseguirlos se necesita dinero y no lo tenemos. Debemos centrarnos en otros recursos clave (competencias básicas dirían los entendidos).
Para ello necesitamos que la diferencia en la Serie A sea menor. Incluso podríamos convertirnos en una liga interesante en comparación con un panorama europeo en el que en los últimos 16 años se han disputado 80 campeonatos nacionales en las 5 grandes ligas y 75 veces ha ganado el equipo con las 3 plantillas más caras al inicio del campeonato (y más de 2/3 de estas veces el equipo con la plantilla más cara de la historia). En las 5 (¡de 80!) ocasiones en que esto no ocurrió, al final del campeonato los equipos más ricos compraron a los jugadores del ganador y ganaron al año siguiente (el caso más llamativo: el Leicester de Ranieri, que quedó 13º en la tabla de clasificación).
Para disminuir la diferencia y hacer que nuestro campeonato sea bonito para los aficionados, hay que empezar por hacer lo único que no se quiere hacer: cambiar el sistema de reparto de los derechos. No se quiere hacer porque hay muy poco dinero y los que aún creen que pueden ganar quieren competir en Europa lo máximo posible. El razonamiento era erróneo hace 25 años, cuando se concibió: el hecho de que el último de la Premier gane tanto como el tercero de la Serie A es sólo la consecuencia de ese error. Los que predican copiar la Premier, empiezan por el reparto de derechos: en Inglaterra el primero gana aproximadamente 1,6 veces el último (los derechos internacionales se dividen a partes iguales), en Italia unas 3 veces. Haber decidido esta proporción parecía inteligente a quienes lo pensaron hace 25 años, es una pena que esta discrepancia haya llevado a cobrar 3 veces menos en lugar de 1,6 veces más. La estupidez de este planteamiento justifica por sí sola el llamamiento: ¡los que entienden de estrategia ayudan a nuestro fútbol!